martes, 27 de diciembre de 2016

LOS DESCENDIENTES DEL PRIMER CALIFA ALMOHADE: LOS BAEZANOS 3ª PARTE

El rey de Baeza, ,Abd al-Haqq, converso al cristianismo

Los cronistas musulmanes son, por lo general y como es de esperar, por otra parte, muy remisos a entrar en detalles acerca de las conversiones de musulmanes al cristianismo, hecho que se produjo de forma masiva en distintos territorios y ciudades desde el comienzo del avance castellano en el siglo XI hasta la definitiva expulsión de los moriscos.


Por ello este texto tiene más valor, pues nos describe, aunque de forma escueta, la ceremonia en que ,Abd al-Haqq hizo pública su conversión: Y en él [año 659/1260-1261] se hizo cristiano (tanassara) al-Suwayyid Abū Zayd, hermano de Abū Dabbūs, en Sevilla. Alfonso101 (Alfunš) le cortó la barba con sus propias manos, lo cubrió con una túnica y lo puso en pie tomándolo de la cabeza (wa-waqqafa-hu ,alà ra’si-hi)102.

Cuando hubo vestido la túnica, subió a una cátedra (kursī) alta, que lo elevaba por encima de la gente, y entonces dijo: «Yo os declaro a todos los presentes, musulmanes, cristianos y judíos, que profeso la religión cristiana desde hace cuarenta años y que, habiéndolo ocultado, ahora me sincero y lo hago público: la religión de Jesús, hijo de María (al-Masīh b. Maryam) es la religión auténtica». Y Alfonso habló en su favor cuando los cristianos lo aceptaron jubilosamente en su religión103. Año 660 H [1261-1262]. …Y en él murió en Sevilla al-Suwayyid Abū Zayd, el converso al cristianismo, cuatro meses después de haberse convertido.

Resulta llamativo que en este texto, la única manera en que el cronista parece expresar su condena ante esta acción, que desde luego es un testimonio excepcional dada la mencionada reticencia de las fuentes andalusíes a dar noticias sobre conversiones de musulmanes al cristianismo, sea a través del empleo del diminutivo en el apelativo honorífico de Abū Zayd: al-Suwayyid.


La identificación de este personaje la podemos completar en otras fuentes, principalmente en la gran obra de Ibn Jaldūn, al-,Ibar, que señala a ,Abd al-Haqq b. Abī Muhammad al-Bayyāsī como la cabeza de la comunidad de mudéjares de Sevilla105. Que esta información llegara a los musulmanes del norte de África y del resto de al-Andalus no es de extrañar, puesto que sabemos de personas presentes en Sevilla hacia la época descrita que bien pudieron presenciar los hechos arriba mencionados y que, paulatinamente, fueron abandonando la ciudad para pasar a regiones controladas por los musulmanes donde habrían narrado sus experiencias.


Así, Muhammad b. ‘Alī b. ‘Abd Allāh b. Muhammad b. al-Hāŷŷ, ingeniero en la corte de los meriníes, fue hijo de un carpintero «de los mudéjares de Sevilla (min mudaŷŷanī Išbīliya)», que tras pasar su juventud en la capital hispalense pasó a la corte meriní, donde tendría ocasión de narrar algunos de los hechos de estos años106; en el mismo sentido podemos considerar la noticia referente a ‘Alī al-Dabbāŷ, que murió ocho días después de la conquista de Sevilla, de pena por no poder escuchar más la llamada del almuédano y sí el toque de las campanas.


Experiencias vitales de este tipo sin duda fueron frecuentes y por ello, otras vías de llegada para las noticias relativas a la conversión de ,Abd al-Haqq al norte de África no son descartables.

Resulta difícil considerar que los textos que hemos podido examinar anteriormente, que no figuraban en la obra de Ibn Abī Zar‘, al-Anīs al-mutrīb bi-rawd al-mi‘tār, fueran consideradas intrascen-dentes o poco significativas por Ibn Abī Zar‘.

En este caso concreto, la fuente nos permite documentar la suerte de una figura mítica de la Sevilla islámica: el rey de Baeza, ‘Abd al-Haqq, primer cadí de los musulmanes de Sevilla designado por Fernando III y converso al cristianismo en sus últimos días, según narra, como hemos visto, la anónima crónica magrebí.

La historia de ‘Abd al-Haqq muestra notables semejanzas con la de otro alcalde de los musulmanes que vivió circunstancias muy parecidas.

Se trata de al-Waqqašī de Valencia, uno de los personajes más controvertidos de la historia intelectual andalusí del siglo XI, cuya ortodoxia y religiosidad fue puesta en duda tanto durante su vida como tras su muerte, llegando a ser acusado de ateísmo.

Fue cadí de los musulmanes designado por el Cid y murió en Denia tras abandonar Valencia, sin haberse convertido al cristianismo, contrariamente a lo que se desprende del relato que se reproduce a continuación, carente de toda verosimilitud y que podría estar basado en la narración de la ajīra al-saniyya relativa a ,Abd al-Haqq. Como vamos a comprobar enseguida en el texto, el supuesto al-Waqqašī es presentado como un renegado del islam:

 …et veno antel aquel moro alfaqui que el fiziera alcayde, que auie nombre Alhuacaxi, aquel queb fiziera los viersos en razon de la çibdat de Valencia. Et este alfaqui Ariel mucho seruido desquel fiziera alcalde de los moros de Valencia, en asessegarlos et en ayer sus rentas bien paradas; et era tal en si, et de tan buen entendimiento et de tan buen seso, et era tan ladino, que semeiaua cristiano; et por esto se pagaua el Çid del et amaual. Et quando el Çid le vio ante ssi, preguntol que que era lo que querie; et commo mucho ensennado, finco los indios et besol las manos, et dixo: «Señor Çid Ruy Diaz, loado sea el nombre de Jhesu Cristo que uso troxo a este estado, que sodes señor de Valencia, vna de las nobles çibdades dEspanna! Lo que yo quiero, señor, es esto: fuy natural desta çibdat, et mios auuelos fueron daqui; et quando era moço pequenno, cautiuaronme los cristianos, et alli apris fablar tan paladinamente ladino; et muy de grado quisiera yo fincar en tierra de cristianos et seer cristiano; mas mi padre et mi madre, que eran muy ricos, quitaronme. Et fizome Dios tanta merced et diome tan sotil engennio que aprendi toda la leyenda de los moros, et fuy de los onrrados alfaquis que ouo en Valencia nin de los mas ricos, assi como sabedes, señor; et uos, por la uuestra merced, fiziestesme alcalde, et dietesme poder sobre todos los moros, yo por ventura non lo meresçiendo. Agora, sennor, uo cuydando en el mio coraçon que en que ley biuia, fallo que visque fasta agora en muy grant error, ca todo lo que Mahomat, el falso engannador, dio por ley a los moros, todo es enganno y barata. Et por esto, sennor, sennor, conuiertome a la fe de Jhesu Cristo et quiero seer cristiano et seer en su ley; pidouos por merced que me mandedes batear et poner qual nombre uso quisieredes, et daqui adelante quiero beuir connusco….


El hecho de que en este singular fragmento de la Estoria de España aparezca la narración de un hecho acontecido en el s. XIII que contiene trazos que lo asemejan a la biografía del al-Waqqašī histó- rico, que vivió en el siglo XI, nos muestra cómo las leyendas, para su cristalización, no necesitan que exista una gran lejanía entre el hecho real y el inventado.


La aparición de esta noticia en la ajīra al-saniyya, habida cuenta su condición de crónica surgida del medio cortesano meriní, además de la mencionada reticencia de los autores musulmanes a reconocer la realidad de la adopción del cristianismo por parte de sus correligionarios, parece servir al propósito de afianzar la legitimidad de los meriníes, que son presentados así como la mano que pone fin a la dinastía a la que pertenecía el renegado Abū Zayd. Posiblemente las noticias que aparecen en el Kitāb rawd al-qirtās de Ibn Abī Zar, y en otras fuentes de la época acerca de la familia de los Baezanos tuvieran esa misma intención legitimadora de la destitución de los Banū ,Abd al-Mu’min por parte de los Banū Marīn, tal como se refleja en el acontecimiento que se trata a continuación, en la persona del último baezano destacado.

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